¡CUERUDOS!

Editorial 30n

El término que titula este texto es probablemente el calificativo menos ofensivo que se han ganado nuestros actuales gobernantes. Qué le queda a la sociedad cuando a pesar de poner las evidencias de la corrupción sobre la mesa, del enriquecimiento ilícito continuo, de la politización de las instituciones, de los negocios anómalos para beneficiar a sus allegados y financistas; y aun así, el gobierno del Partido Patriota sigue esquilmando campante a los ciudadanos, confiado en que teniendo impunidad, la vergüenza sale sobrando.

Es urgente cambiar nuestra forma de elegir al Fiscal General, al Contralor General de Cuentas y a los magistrados de las cortes, de manera que puedan ser elegidos y operar lejos de los tentáculos de los partidos políticos y, principalmente, lejos del Gobierno de turno.

Teniendo alineados al Ministerio Público, a la Contraloría General de la Cuentas de la Nación, y a las más altas cortes del país, poco parece preocuparle a Otto Pérez Molina, a Roxana Baldetti, y a su gabinete de secuaces, lo que diga la prensa y la ciudadanía. No digamos cuánto han prosperado los diputados del PP, basta con que Carlos Mencos, recién electo Contralor (por segunda vez), decida revisar los contratos de las empresas vinculadas a los congresistas, la información está a la vista pública, lo que hace falta es una voluntad que no se venda.

Si sale a la luz pública la información sobre un contrato anómalo de más de Q260 millones para vales de  combustible para la PNC, avalado por una gestión ampliamente señalada de corrupta, contando aun con más de Q140 millones disponibles del contrato anterior; en cualquier país del mundo se esperaría que se rescinda. Pero para el gobierno naranja, esas son señales de que “Guatemala va adelante”.

Si el Secretario de Comunicación Social de la Presidencia, deja su cargo en medio de señalamientos de dirigir pauta a sus empresas y a los medios que comprometen su línea editorial, además de dejar una lista abundante de agresiones a periodistas por parte de personal a su cargo; el Presidente lo nombra Embajador… ¿cómo así?

Se hacen públicas las lujosas inversiones inmobiliarias de la vicepresidenta Roxana Baldetti, pero sigue haciendo lo que le viene en gana, disponiendo de recursos para hacer campaña y extralimitándose en sus funciones, sin que prospere ningún caso contra ella. Pero eso sí, las dos patojas que le tiraron harina en el rostro, esas sí están siendo sometidas a la justicia.

No alcanzaría el espacio para enumerar las diferentes evidencias de corrupción en el gobierno del Partido Patriota. Hace mucho perdieron la pena y la vergüenza, su promesa de mano dura contra criminales y corruptos les rindió lo que realmente buscaban: poder y riqueza… mal habidos.

El tráfico de influencias alcanzó con Otto Pérez en la Presidencia, alcanzó un nuevo nivel de descaro. Tanto el Presidente como el ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, han solapado contratos tan ofensivos para la población guatemalteca, como el de la Dirección General de Migración por más de $100 millones de dólares por un mismo sistema de registro y control migratorio que le ha costado a otros países $10 millones.

La prensa revela las conexiones, con cantidades de sobornos incluidas, entre el ex ministro de Comunicaciones y el viceministro, con una red de corrupción brasileña; y el Gobierno le dirige apoyo para promover la candidatura del personaje. Es más, el Tribunal Supremo Electoral suspende al Partido Patriota por hacer campaña anticipada, especialmente por una actividad, realizada en la Plaza de la Constitución, en la que lo proclamaron precandidato por el partido oficial; y Sinibaldi tiene la desfachatez de publicar sendos campos pagados promoviendo su imagen y destacando, como foto principal, la de ese mismo evento ilegal. ¡Eso es ser verdaderamente cuerudo!

Pero poco les durará la fiesta. Cada vez más, aunque no lo pareciera, va levantándose silenciosamente una insurrección entre los ciudadanos, no mediante armas sino mediante la comunicación y la tecnología; al Partido Patriota le tocará sentir el rechazo y el resentimiento que, desde hace varios gobiernos, la gente lleva en el corazón en contra de la clase política. No habrá cuero que aguante.

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